Hoy queremos hablaros de un reencuentro. Sucedió hace unos meses, cuando dimos comienzo al programa de actividades del nuevo curso.
Volvimos a VERDECORA, una actividad que a los chicos les encanta. Se sienten útiles y la realizan en colaboración con los trabajadores del vivero, en una relación de tú a tú, completamente horizontal y despojada de artificio. Una relación de compañerismo en la que ellos se sieNten apoyados y se les da la oportunidad de apoyar. Aportan su granito llevando a cabo tareas sencillas pero necesarias: barren, colocan macetas, etc.
Cual fue nuestra sorpresa al encontrarnos allí, al comenzar esta nueva temporada, a un amigo de hace muchos años, estrenando una vez más su cargo como Director de la tienda: ¡¡nuestro amigo Agustín!!.
Fue emocionante, se acordaba de nuestros chicos y muchos de los que van a VERDECORA son los que él conoció, quince años atrás. Por su parte, ellos lo saludaron con mucho cariño, como a un amigo de toda la vida. Tienen esa gran capacidad. Se saludaron repetidas veces, se rieron, se contaron, se abrazaron, se rieron. Qué bonito cuando las personas dejamos una huella imborrable en los demás. Esto les sucede siempre a los chicos. ¿Cómo olvidarse del gracejo de Moreno o de la conversación de Pin? ¿Y de la sonrisa de Juan? Imposible, claro. Y ellos seguro que, desde el corazón, recordaban a Agustín, su amabilidad, cómo les recibe, les acoge y les valora.
Este año nos han provisto de sudaderas corporativas, ¡todo un lujo! para hacer a los chicos parte (aún más) de Verdecora. Saben la ilusión con la que acuden dos días cada semana, un mes tras otro. Y la alegría con la que las han recibido, el orgullo con el que se las ponen y las muestran en el Hogar, los hacen merecedores de ellas.
Cuando van de rosa, todos los trabajadores del Hogar saben adónde van los chicos.
Van a una empresa que incorpora en su entorno a personas con discapacidad intelectual y las acoge como a cualquier otra, pero las apoya como necesitan, las trata con cordialidad y normalidad. Una empresa que colabora, al ofrecerse como actividad, para que los chicos crezcan, se sientan útiles y sean más felices.
Y encuentra que las tareas que ellos realizan, aportan algo real al negocio. Pero no solo eso. Una empresa que añade a su marca una cualidad, la solidaridad, que vincula emocionalmente.
Una empresa más humana. Y también… más feliz.
Gracias amigo Agustín, gracias compañeros de VERDECORA. Gracias por fijaros en las sonrisas y los talentos de los chicos,
por compartir su alegría.
VERDECORA es una empresa de plantas que quiere y cuida, también, a las personas.