Hoy queremos compartir con vosotros la salida otoñal que hicimos a Cercedilla. Los que conocéis nuestra casa sabéis del placer de pasear entre pinos y respirar el aire fresco de la sierra, de sentarse en el comedor mientras la mirada se pierde en el paisaje de montañas a través de la cristalera y de disfrutar de la casa que está muy agradable. En ella el tiempo parece detenido, los horarios se relajan, los deberes se transforman en entretenimiento y si los días se comparten con amigos uno quiere que nunca terminen.
A disfrutar de esas sensaciones, del aire puro y de la amistad se marcharon unos días los chicos del Hogar Amarillo con varios trabajadores.
Han hecho entre todos talleres de cocina (se hicieron sus propias pizzas que después degustaron) salieron al campo, bajaron al pueblo, pasearon, jugaron, rieron…
Diversión sin fin para todos y la posibilidad de realizar actividades que se salen de su rutina diaria, impulsan su crecimiento personal y favorecen estímulos que mejoran su vida y aumentan su satisfacción y su alegría.
Ojalá puedan repetirlo muchas veces, nosotros procuraremos que así sea.