UN DÍA GRANDE

«Hoy despedimos a una persona grande, pero no es un día triste. Siento que también para nosotros es un día grande. Pasa como en las familias que durante años ven como uno de los hijos mayores se prepara para un puesto importante y llega el momento de ocupar ese puesto; y sí, tiene que irse, […]

«Hoy despedimos a una persona grande, pero no es un día triste. Siento que también para nosotros es un día grande. Pasa como en las familias que durante años ven como uno de los hijos mayores se prepara para un puesto importante y llega el momento de ocupar ese puesto; y sí, tiene que irse, despedirse de la familia; pero ésta sabe de la importancia del puesto y que el lugar donde él va a estar, más pronto que tarde será también nuestro destino y en tanto él velará por nosotros.

 

 

Él fue dando la vida poco a poco y en este momento no deja un vacío sino una herencia.

De los casi sesenta años que lleva dando la vida en España, yo le conocí hace 45 y no estoy autorizado para decir que se nos va un santo, pero sí digo que para mí y para muchos ha sido de ejemplo. Ejemplo de bondad, de trabajo, de sencillez, de acogida, de generosidad, de entrega, de alegría, de sana administración, de humildad, de compañerismo, de amistad, de ternura, de cercanía, de sacrificio, de servicio, de diaconía, de sacerdocio, de orionista.

Quién a su lado no se sentía de la familia, se sentía en casa, quién a su lado no sentía menos pesados lo pesos y problemas, cómo gozaba del bien de los demás y cómo sabía sufrir y ayudar a quien sufría. Cuando uno piensa en un compañero, en un amigo, en un religioso o en un sacerdote, no sé antes, pero ahora más que en alguien perfecto, o con un montón de títulos o capacidades; uno piensa, al menos yo pienso, en alguien como los de la parábola del Evangelio o como el p. Juan: más servicial que perfecto; más voluntarioso que calculador; más entregado que reservado; más cercano que lejano, más hermano que superior, más capaz de escuchar que de hablar, más del ‘como-di-dad’ que de la comodidad, más arriesgado que tacaño, más corazón y manos que razón, más… más… más como el que suma y suma y no resta o divide.

 He oído decir a familiares de nuestros mártires que ellos son para la familia protectores y facilitadores de trabajos, quién sabe si desde hoy Juan no lo pueda ser también para nosotros.»

Esta es la homilía que compartió nuestro Padre Provincial José París, con motivo del fallecimiento del Padre Juan Radice. Las fotos se hicieron el día de su último cumpleaños.

 

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