En este día de sol queremos recordar una luz que ya brilla desde el cielo. Nuestro Pedro, que con su presencia, aun discreta, alumbraba a los que estabámos a su alrededor.
Los que le hemos conocido, le hemos cuidado y le hemos acompañado en su día a día, le hemos querido y le echamos mucho de menos.
Al recordarle nos viene un pequeño relato del escritor uruguayo Eduardo Galeano:
«Un hombre del pueblo de Negua, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso – reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.»
Compartimos también, encendidos, las bellas palabras de Vicente Serrano que lo conoció bien y que bien lo recuerda, sin nada más que añadir:
«¿Qué paasssaaa? ¿Esque… nnnaaa!
Hola señor Vicente! Este bolígrafo me gusta… Chsss… eso no se toca Ehpp. Y esa carpeta…. Vaa… déjame en paz…!
Voces y sonidos eternos de este guardia de tráfico emérito, especialista en rotondas cercanas a plazas de toros.
Especialista en ayudante de enfermería. Marqués de Daniel Segovia. Correcta corbata y correcta chaqueta, gorra bien llevada, tocando una mirada guiñada, una sonrisa cómplice y un gesto condescendiente.
El señor del Hogar, de la educación, del desenfado, enemigo del conflicto.
Aleccionador con su vida; sin quejas. Todo va bien. Todo nos va bien con él. Un embajador más en un sitio donde habrá un sofá, una enfermería donde ayudar, un instrumento pequeño y hueco por el que pueda soplar y sacar un sonido agudo al tiempo que levanta una mano y da paso con la otra. Orden en el cielo. Duelo en el Sol. Tristeza en nuestros corazones. Calor en el recuerdo y suerte de haberte conocido Pedro Monseco, haznos un hueco cerca de tí, que sabes que siempre hemos querido estar cerca.»