Continuamos el viaje hacia el centro de la experiencia artística, con nuestros amigos de Arteterapia, parte de la Asociación En_trama. 2019 es ya el cuarto año y la actividad no para de transformarse y de crecer.
Comenzaron con nosotros en el año 2016, con un proyecto piloto y un grupo mixto (compuesto por chicos de varios hogares)
de prueba.
Consiste en terapia aplicada a la discapacidad intelectual, en personas institucionalizadas, a través de unos talleres dirigidos a la integración, con un dispositivo ético y moral en la producción de los participantes.
Se trabaja el desarrollo potencial de su capacidad, en ningún caso se corrige el déficit, este último solamente se tiene en cuenta como descarte. ¿Con qué se puede trabajar? y hacia allí se dirige el método. Así que, es una experiencia a la medida exacta de cada usuario, pero esta adecuación solo se produce en un primer instante, a partir de ahí, cada persona ejerce la libertad de: oler, moverse, tocar, saborear, escuchar, intervenir, mirar, reír, llorar… soñar. Y entonces es una experiencia transformadora, artística, porque el proceso tiene su origen y se desarrolla, «es» a través del arte.
A partir del segundo año, se introdujo la investigación y empezaron a extraerse patrones o líneas de actuación, para elaborar un método, un modelo de intervención, adecuado a la realidad social de las personas del Hogar Don Orione.
Van aumentando los grupos y los usuarios comienzan a juntarse por Hogares. Hasta el punto de que, este año hemos incorporado, con grandes resultados en su felicidad, a los chicos de nuestro Hogar Verde, todos en silla de ruedas con muy poca movilidad y muy poca capacidad intelectual o consciencia.
El trabajo se sustenta en la idea de la «creación desde lo sensorial»,
a partir de un movimiento «repetitivo» (que desde que conocemos a los chicos de Arteterapia hemos aprendido a llamar «auténtico»), se generan movimientos nuevos, sensaciones dentro de la experiencia artística.
En todos los grupos y casos, observamos cómo se estimulan las relaciones espontáneas entre ellos. El clima siempre es de libertad creadora y también relacional.
Todo «sucede», nada se presupone, se condiciona o se interviene.
En estos talleres el «producto» no importa, no se pone en él el énfasis, ni siquiera en el resultado del trabajo. Es el camino, el proceso, lo importante, la persona, cómo cada uno elabora su propia experiencia, con su particular forma de caminar.
A veces el producto es ese camino, ese proceso creativo.
Se observan resultados, por supuesto, y son increíbles. Pero no se buscan, no es el objetivo, no son los parámetros con los que se miden el éxito ni el fracaso. Hay continuidad, es un proceso dinámico. Hay transformación, hay crecimiento. Hay disfrute. Saboreamos la vida, a través del arte.