Pasaron la Nochebuena, la Navidad, el Año Nuevo… y llegó la noche de Reyes, preámbulo de un día mágico en el que todos creemos, en el que todos esperamos, y en el que participamos y nos emocionamos juntos…
Llegaron los tres Reyes, que nunca faltan a su cita aunque vengan de muy lejos: con sus pajes, sus trajes brillantes y sus carrozas cargadas de regalos. Otra ocasión para celebrar un rito muy antiguo, el de los tres primeros regalos: oro, incienso y mirra, que tres sabios arrodillados entregaron a un bebé pobre acostado en un pesebre.
Y para mantener el rito vivo y recordar por qué celebramos la Navidad, compartimos con las familias y con nuestros queridos chicos del Hogar esta feliz celebración, la última del tiempo de Navidad que resultó, como siempre, mágica, divertida y emotiva.
Nosotros entregamos también oro, incienso y mirra: lo que somos, nuestro corazón; nuestro esfuerzo y trabajo diarios; nuestra ilusión de ser luz que ayude a los demás.
Mantengamos viva esta luz todo el año que acaba de comenzar:
¡Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!