Como ya os anunciamos unos días atrás, celebramos nuestro encuentro anual con los voluntarios del Hogar. En esta ocasión el formato fue de mesa redonda y resultó muy interesante ofrecerlo al público en general, a cualquier persona que en esa tarde de tormenta quiso y pudo acercarse a nuestra casa.
Los cinco ponentes: dos religiosos orionistas, una antigua trabajadora y actual voluntaria, un voluntario y un amigo filósofo, hicieron que la reunión resultase emocionante, interesante, participativa y educativa. Una delicia de tarde.
Mar, responsable de Voluntariado, introdujo a los ponentes y el tema en pocos minutos y sus palabras fueron el anuncio de un encuentro pleno de contenido, de pensamiento, de reflexión, de sentimiento.
Las intervenciones, todas o casi todas testimoniales, mostraban la experiencia y la visión de cada persona respecto de la ayuda a los demás, a esos que no son tú, que no son como tú. Sor Irene habló de su vivencia de Dios en la otra persona, Ignacio de la experiencia de integrar a una persona con discapacidad intelectual en su vida familiar de fin de semana, el Padre Isidro relató emocionado sus años en Venezuela y cómo la Divina Providencia interviene en las relaciones humanas y Emilia compartió sus décadas como trabajadora en el Hogar. Dijo por ejemplo, que cuando estaba entre los chicos, el pensamiento que más le surgía era el de ser cada uno parte de un todo: usuario, trabajador, etc., cada persona era para ella cada uno de los distintos colores de un cuadro. Al cuadro no podía faltarle ninguno para ser como era y ninguna parte era más importante que el resto.
Para englobar todas las intervenciones, para acogerlas a todas y darles un sentido unificado, estuvo nuestro amigo filósofo Graciano. Comentó que traía otra cosa pensada pero cambió de tercio durante el desarrollo de la mesa, y desde luego le sacó todo el jugo posible. Reunió las intervenciones, tras un interesantísimo razonamiento en el campo de la filosofía en el cual le acompañamos hilando concepto a concepto, para llegar a una línea de pensamiento que podríamos resumir en la «necesidad que cada persona tenemos del otro para poder construirnos, es decir, para poder llegar a ser persona» a lo que llamó el «ser en relación», concepto moderno de lo que quiere decir ser persona. Tema que habíamos elegido para dar título al encuentro.
Después de las intervenciones hubo varias preguntas y reflexiones por parte del público. Tras ellas nos dividimos en grupos e hicimos una dinámica a partir de unas palabras de las que surgieron otras, que dejamos escritas en una pizarra. Para finalizar juntamos las de cada grupo y construimos entre todos una frase.
La charla continuó alrededor de un picoteo que nos supo muy rico, sobre todo, por la compañía.
Gracias a todos los que estuvisteis, gracias a todos los que no pudisteis venir pero seguro lo hubierais hecho. Gracias a los que vinisteis por primera vez, esperamos que sean muchas más. Gracias a los que no os perdéis un encuentro y acudís año tras año. Gracias por supuesto a las personas de la mesa por compartir con todos sus ideas y sobre todo, sus vivencias. Fue un privilegio escucharlas y poder hablar con ellas. Fue un regalo tenerlas cerca.
Y gracias a las personas que ayudaron a organizar, sin las cuales estos eventos no serían posibles. Estamos pensando por ejemplo en Cipriano, que trabajó en la sombra para conseguir que todo saliera como esperábamos. Y las que siempre acuden a apoyarnos y están a nuestro lado para sostenernos, en esta ocasión Gema, Álex y las que cubren las tareas del Hogar y sin las que este encuentro perdería su significado.
Hasta el próximo encuentro, ¡ahora con fuerza a desgastar nuestros zapatos de voluntarios!
