Disfrutar, disfrutar, disfrutar.
Este es el verbo que mejor define nuestro tiempo en Águilas. Por la mañana dar un paseo por el puerto y por los jardines de la plaza, tranquilamente, sentándonos en un banco a mirar la gente pasar, y reservándonos para encontrarnos con la playa por la tarde, más agradable porque no hace tanto calor.
La playa de Calarreona, pequeña pero ¡para nosotros solos!
Y tumbarnos en las toallas bajo una sombrilla a escuchar el vaivén del mar es la felicidad completa. El sol es una medicina que genera alegría y aquí estamos tomando sesiones de mucho sol…
Y por la noche mitigamos el calor con unos exquisitos helados en la plaza de Águilas. Las cosas pequeñas de la vida… no necesitamos nada más.
Al día siguiente nos vamos a conquistar castillos… y sitiamos el de san Juan de Terreros en Almería. Nos asomamos a la última torre del Reino de Granada, desde la que se divisa el horizonte curvo del Mediterráneo. Esta costa de acantilados, frente a Islas con nombres tan sugerentes como Isla Negra, es de una belleza impresionante. Y en esta época da la impresión de ser un paraje salvaje, aún por descubrir.
Pero el paseo y el buen tiempo abren el apetito y aprovechamos para ocupar también el paseo y sus chiringuitos.
Y para hacer compra de regalos para la familia y los amigos…