El jueves pasamos el día en Santiago de Compostela. Recorrimos las callejuelas del centro y la plaza del Obradoiro.
No íbamos de peregrinos, pero en Santiago es muy difícil no conmoverse y a todos nos impresionaron la Catedral y aledaños, daba igual hacia donde mirásemos, el entorno resultaba espectacular.
Estuvimos por la ciudad toda la mañana, disfrutando del ambiente y del turismo.
A la vuelta paramos a comer productos típicos: pulpo, raxo… en una terraza abierta al mar.
Otro día estupendo de ocio y relajación. También de inclusión, de mezclarnos con la gente en todas partes, de compartir tiempo con los demás. Al volver al albergue, partida de ping pong con amigos nuevos. Intentando como siempre, sacar el máximo de este tiempo de disfrute.