La tarde del domingo acudimos al Colegio Monte Tabor un grupo de chicos del Hogar, algunos religiosos y varios trabajadores. Esperábamos expectantes, la gente entraba y se sentaba poco a poco… por fin, se apagaron las luces y se abrió el telón.
Una voz limpia, cargada de emoción, comenzó a interpretar una canción, acompañada por las chicas de su alrededor: una a la percusión, otra al bajo, al teclado, a la guitarra, tres o cuatro al micrófono haciendo voces. Sus vestimentas modernas, el pelo cardado y teñido de colores inesperados: verde, azul, rosa, la luz de sus rostros, de sus sonrisas y de sus voces, enseguida animaron el patio de butacas.
Intercambian micrófonos, de nuevo otra voz acogedora y fresca comienza a cantar…
Y empiezan los relatos, en música y de viva voz: testimonios de vidas y experiencias duras, relatos de sufrimiento, de abandono, de soledad, de confusión… pero también de alegría y esperanza por su experiencia espiritual. Y siempre un mensaje universal que es su misión, la de Gen Verde: hacer brillar la paz, la fraternidad, empujar a la alegría, a vivir la vida con entusiasmo todos unidos. Esta es la razón de su canto, de su baile, de su ir y venir por el mundo. La explicación de que iluminen con sus sonrisas cualquier escenario en penumbra.
El espectáculo, aunque ya lo sabíamos, fue de una calidad altísima. Todas cantaron y nos contaron las historias que subyacen tras las canciones en perfecto castellano, a pesar de venir de países tan alejados entre sí como Estados Unidos o Corea. Todas tocaron varios instrumentos con maestría.
Un verdadero regalo para una tarde de domingo. Como también lo fue la asistencia de la Concejal de Familia y Asuntos Sociales Beatriz Pérez Abraham, que disfrutó del espectáculo con nosotros. Y a quien queremos agradecer sinceramente su compañía y el apoyo que siempre nos brinda.
No fue desde luego una tarde cualquiera. Nuestros usuarios se divirtieron de lo lindo: bailaron, cantaron, rieron, dieron palmas y después se abrazaron a las luminosas componentes del Gen Verde, a quienes agradecemos su compromiso, su generosidad y que nos hicieran pasar unas horas fantásticas.
Al terminar todos regresamos con ganas de cambiar nosotros, de cambiar el mundo, de recomenzar.
Y desde luego ¡mucho más felices!