Mañana de estilo mediterráneo, con cielo despejado y mucho, mucho sol en Caión.
Este pueblecito está construido en el borde mismo del mar. Sus casas comienzan en los prados sobre la playa y terminan en el espigón del puerto. Allí estuvimos, por el paseo marítimo, sentados en unos bancos observando los animales del fondo marino, a través del agua cristalina. Y como siempre, el mar abierto…
Por la tarde escapada a La Coruña, otra vez abrigados: la lluvia, incansable, ha vuelto. Sin ella Galicia no sería Galicia. Y esta ciudad, de piedra, con sus casas y sus galerías de madera, no sería tampoco la misma.
Visitamos todos los lugares de interés: Torre de Hércules, Plaza de María Pita, puerto… pero sobre todo, nos perdimos por sus calles en un largo paseo, de esos que tanto nos gustan.