El día de san Luis Orione celebramos en la Capilla del Hogar una misa para dar gracias por el carisma del fundador, por el Hogar, por los chicos.
Acudimos todos los chicos, los trabajadores y muchos voluntarios. La capilla a rebosar, hasta arriba de alegría.
Nos visitó una nueva amiga del Hogar que la Providencia ha puesto en nuestro camino y que es un regalo: María Rosa Calvo-Manzano, la mejor arpista que ha dado la música en la historia de España. Vino a compartir el festejo y se trajo su arpa con la que acompañó la liturgia. El sonido envolvente y elegante de la música que interpretó: el Ave María de Gounod, el de Shubert, etc., alentó la espiritualidad y el recogimiento de la eucaristía.
Vinieron muchos amigos especiales que se hicieron un hueco de pie como pudieron, voluntarios que siempre están apoyándonos y otros a los que vemos menos pero sabemos que caminan a nuestro lado. Por ejemplo, los empresarios de Foro, que hicieron el esfuerzo de acercarse esa mañana.
Celebró el Padre Isidro, que recibió de manos de los chicos varias ofrendas: unas flores, un corazón rojo y enorme que fue colocando en el altar… En la homilía comentó la carta de san Pablo a los Corintios, que os recordamos:
«Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,
no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá.»
Se sucedieron momentos de gran emoción, mientras reflexionó en voz alta acerca del lugar en el que podemos encontrar el amor, pues si no tenemos amor no somos nada, así que es prioritario dar con él, pero se trata de un “producto” que no se vende en las tiendas. La conclusión a la que llegó con la voz rota y muy emocionado: en el Hogar es donde encontramos el amor, dijo varias veces mirando a los chicos.
Nos conmovió con su forma de transmitir siempre directa, sencilla, tan de verdad, el sentido de la obra orionista: el amor hacia las demás personas, el amor verdadero, el amor de Dios.
“Solo la caridad salvará el mundo”, decía Orione, y en este pequeño rincón de Pozuelo el mundo se salva un poco cada día.
